Cuando era niña, se nos castigaba,
con azotes y una bofetada,
se nos dejaba sin salir,
sin el postre, o sin tele.
Cuando hemos crecido,
y en edad adulta estamos,
se supone que no hay castigos;
pues qué equivocados, cada vez más duros...
Nos marcan desde pequeños,
nos maltratan de mayores,
les perdonamos las acciones
sin buscarles soluciones,
solamente aguantamos
y disculpamos las acciones.
Cuanto daño nos hicieron,
y perdonamos a nuestros agresores.
Tanto carácter que demostramos,
que rápido nos callamos,
con qué miedo esperamos,
no ser castigados.
Qué rápido hablamos
sin saber el contenido.
Que poco cuesta ser,
juez, abogado y verdugo,
para hacer a los demás.
Que vida tan vacía,
que no somos capaces
de buscar soluciones,
sin dejarse molestar.
Piensa en lo que quieras,
dáselo a los demás;
no juzgues a nadie, para que no oigas
y recoge tu cosecha,
que un día sembraste,
no pidas más
si tú,
no lo diste antes.
Firmado:Ascensión
No hay comentarios:
Publicar un comentario