lunes, 5 de marzo de 2012

El árbol


Había una vez un gran árbol en medio de un gran parque,

en el que cada día jugaban muchos niños, correteando a su alrededor, y por las noches cobijaba a las parejas de enamorados de la luz de las farolas, muchas de esas parejas grababan en su corteza sus iniciales.

–Con lo cual, ese árbol sufría dolores dolores, cada vez que lo hacían-


Un día ese árbol le pidió a su amiga la luna, una recompensa por tantos años de inmovilidad, servicio a los humanos y sin quejarse ni una sola vez.


La luna le dijo que lo convertiría en ser humano, con una sola condición.

-Si en una semana era capaz de entender porqué la mayoría de la gente no se entiendo-

Lo convertiría de nuevo en lo que había sido durante tantísimos años.


El árbol pensó que habiendo visto a tanta gente feliz y contenta, bajo sus ramas, sería muy fácil averiguar lo que la luna le pedía.

-Acepto sin ni siquiera pensárselo-


Al día siguiente amaneció en una lujosa cama, de un lujoso apartamento, en el barrio más lujoso de la ciudad.


Impaciente por encontrar la respuesta y dársela a la luna, para poder disfrutar de su lujosa vida, recién estrenada, empezó a hablar, o más bien intentar hablar amablemente con la gente que se encontraba a su paso. El siendo árbol, siempre había visto a la gente contenta, charlando y enamorada. Por lo que no entendía, porqué la gente que se encontraba, le ignoraba y parecía tan enfadada y con tanta prisa para no hablar entre ellos.


Todo eran empujones, carreras, malas caras.

El no entendía nada de nada, y así más de tres días, al cuarto día se levantó muy desanidado, decidió entrar en un de esos -Restaurantes lujosos, de su barrio lujoso- que había visto en sus constantes paseos, y allí empezó a saludar a los comensales que lo ocupaban,

pero no recibió respuesta ninguna.


Allí estuvo durante horas, hasta que se quedó vacío.

El dueño se le acercó, y le pregunto

¿Necesita usted algo?

A lo que el árbol le respondió, que estaba desesperado por hablar con alguien, para poder hacerle una pregunta, y nadie lo atendía.


Estuvieron un rato largo charlando animadamente y se les hizo de noche sin apenas darse cuenta.


-El árbol, salió contento y deseando hablar con su amiga la luna-


Se dirigió a su parque “el de siempre” contento por poder darle a su amiga “la luna” la respuesta que tanto esperaba.

Cuando llegó a su sitio de siempre, le comunico a la luna

¡Ya se la respuesta!

Seguidamente le contó todo el periplo que realizó para llegar a tener la respuesta, que simplemente era –La falta de comunicación- entre la gente, hasta el punto de que mucha gente ni siquiera conocía a sus propios vecinos, y que si los conocían, tenían envidia por no tener lo mismo que ellos. Que cuando hablaban cara a cara, todo eran halagos, pero cuando se perdían de vista, todos criticaban a todos.


La luna muy satisfecha por la respuesta de su amigo “el árbol” le contestó.

¡Muy bien árbol!

Como me has traído la respuesta que te pedí, antes de la semana que tenías de plazo, cumplo mi promesa.


El árbol se la quedó mirando muy pensativo y le respondió.

¡Mejor que no querida luna!

Veras,

yo te pedí ese deseo porqué quería ser como la gente que venía a mi alrededor, por que era alegre y siempre se lo pasaban bien. Pero al convertirme en ser humano he visto que esa clase de gente, solo se ve en los parques, por lo que, querida luna, prefiero volver a ser árbol, y solo ver gente alegre y disfrutando de la vida, y si algún día el resto de la gente se comunica, no se envidia ni se critica, te volveré a pedir el mismo deseo. Pero en estos momentos me alegra más ser árbol que “Humano”


Y la luna sonriente, le volvió a convertir en árbol.

¿Cada cual que saque su moraleja?


Firmado: Ainjova

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